UN ANTIGUO REACTOR NUCLEAR,
DE 2 MIL MILLONES DE AÑOS DE ANTIGÜEDAD...
Siempre salen a la luz casos de
hallazgos impresionantes sobre posibles civilizaciones inteligentes que
vivieron en nuestro planeta hace millones de años.
En la mayoría de ocasiones, la
veracidad de dichos casos es difícil de demostrar, pero en otros, se llevan a
cabo numerosas investigaciones y experimentos para poder llegar a una
conclusión, y en algunos casos se encuentran respuestas impresionantes; otras,
simplemente se trata de Falsificaciones
o Fakes.
En el mes de mayo de 1972, un
trabajador de una planta de procesamiento de combustible nuclear situada en
Francia, notó algo sospechoso.
Supuestamente, este hombre realizó un
análisis rutinario en el uranio procedente de una fuente de mineral
aparentemente normal.
Como es el caso con todo el uranio
natural, el material del estudio contenía tres isótopos, es decir, tres formas
con diferentes masas atómicas.
Uranio 238, la variedad más abundante.
El Uranio 234, el más raro, y el Uranio
235, el isótopo más codiciado porque puede mantener una reacción nuclear en
cadena.
En otras partes de la corteza
terrestre, en la Luna e incluso en los meteoritos, los átomos de Uranio 235 conforman sólo el 0,720% del
total. Pero en estas muestras, que venían del depósito de Oklo situado en Gabón
(un
ExColonia Francesa del África Occidental Ecuatorial), el uranio 235
constituía sólo el 0,717%.
Esa pequeña diferencia fue suficiente
para alertar a los científicos franceses de que algo extraño había sucedido.
Algunos análisis posteriores
demostraron que el mineral de al menos una parte de la mina estaba muy por
debajo de la cantidad normal de uranio 235: unos 200 kilogramos parecían haber
sido extraídos, cantidad suficiente como para hacer media docena de bombas
nucleares. Científicos de todo el mundo se reunieron en Gabón para explorar
este curioso fenómeno.
Ellos encontraron que el sitio donde
se encontró el uranio era un reactor nuclear subterráneo muy técnico, más allá
de las capacidades de nuestro conocimiento científico actual.
Este reactor nuclear surgió hace 1,8
mil millones de años y estuvo en funcionamiento durante unos 500.000 años,
según las estimaciones de los científicos.
Los científicos investigaron la mina
de uranio y los resultados se hicieron públicos en una conferencia de la
Agencia Internacional de Energía Atómica.
Los científicos encontraron restos de
productos de la fisión y desechos de combustible en varios lugares dentro del
área de la mina.
En comparación con este enorme
reactor nuclear, nuestros reactores nucleares actuales son mucho menos
impresionantes, serían simples aparatos primitivos.
Los estudios mostraron que el reactor
nuclear de la mina de uranio era de varios kilómetros de longitud.
No obstante, para un gran reactor
nuclear de esta categoría, el impacto térmico con su entorno se limitaba sólo a
40 metros en todos lados.
Lo que fue aún más asombroso, fue que
los residuos radioactivos aún no se han desplazado hacia el exterior de la
mina. Se mantienen en su lugar por la geología de la zona.
Es necesario comprender que, lo que
fue tan increíble para todos, fue que una reacción nuclear se había producido
hasta que el plutonio (un
subproducto) fue creado, y que la propia reacción nuclear se había “moderado”, lo que supuso por un largo
período de tiempo el “santo grial” de la ciencia atómica.
La habilidad para moderar la reacción
significa que una vez se ha iniciado una reacción, uno era capaz de aprovechar
la potencia de salida de una manera controlada, incluyendo el tener la
habilidad para evitar la explosión y la liberación de toda la energía de una
sola vez.
Frente a estos resultados, la
comunidad científica considera que la mina es una reactor nuclear “natural”.
Llegaron a la conclusión de que el
mineral se habría enriquecido hace mucho, 1.8 mil millones de años, para
producir espontáneamente una reacción en cadena.
Concluyeron además que el agua había
moderado la reacción al igual que los reactores nucleares modernos utilizan
varillas de grafito y cadmio para que sus reactores no llegan a un estado
crítico.
Además, varios especialistas en
ingeniería de reactores comentaron que en ningún momento en la historia
geológicamente estimada de los depósitos de Oklo, el mineral de uranio se
enriqueció lo suficiente en U-235
como para que una reacción natural tuviera lugar.
Incluso cuando los depósitos se
formaron primero debido a la lentitud de la desintegración radiactiva del U-235, el material fisionable habría
constituido sólo el 3% de los depósitos, un nivel demasiado bajo para conseguir
una reacción nuclear.
Sin embargo, una reacción nuclear
tuvo lugar aquí (o
al menos, es lo que se cree), lo que sugiere que el uranio
original era mucho más rico en U-235
que lo que una formación natural pudiera haber logrado ser.
Si la naturaleza no fue la
responsable, entonces la reacción no tuvo más remedio que ser provocada
artificialmente.
Por supuesto, no tardaron en surgir
las teorías como: ¿Es probable que hace aproximadamente dos mil millones de años
hubiera una civilización avanzada en Oklo?
Si la respuesta fuera afirmativa,
dicha civilización era tecnológicamente superior a la civilización de hoy en
día. No obstante, el doctor Glenn T.
Seaborg, ex jefe de la Comisión de Energía Atómica de EEUU y Premio Nobel
por su trabajo en la síntesis de elementos pesados, señaló que “para que el Uranio se queme en una reacción,
las condiciones deben ser exactamente correctas”.
Sería necesario tener agua o algún
otro moderador para frenar los neutrones liberados mientras que cada átomo es
dividido de modo que se estén moviendo demasiado rápido como para ser absorbidos
por otros átomos, manteniendo la reacción en cadena.
Por otra parte, el moderador y el
combustible deben ser extremadamente puros. Incluso unas pocas partes por
millón de contaminantes, como el boro, podrían “ENVENENAR” la reacción, llevándola a un punto de interrupción. “¿Cómo pudieron surgir las condiciones
necesarias bajo tierra en dichas circunstancias naturales?”, preguntó Seaborg en la Revista Time, en el año
1972.
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