ASÍ ES LA ANTÁRTIDA BAJO EL
HIELO
Radares y cálculos sobre el movimiento del hielo
dibujan los contornos del continente blanco y revelan un nuevo mapa con
sorpresas nunca vistas hasta ahora
(Imagen: NASA)
Bajo el hielo de la Antártida hay tierra firme,
todo un continente que apenas podemos vislumbrar desde las bases científicas
cuando en esta época comienza el verano austral y llegan nuevas expediciones.
Sin embargo, desde hoy conocemos con mucha mayor
precisión qué hay debajo de esa capa blanca y cómo es de vulnerable al cambio
climático.
Un equipo de glaciólogos liderados por la
Universidad de California en Irvine ha publicado el
mapa topográfico más preciso elaborado hasta ahora.
Los radares de los aviones que sobrevuelan el
continente son capaces de traspasar la masa de hielo y
rebotar contra la superficie continental.
Esa señal, unida a otros cálculos físicos sobre el
comportamiento del hielo, ha ido dibujando los contornos de la tierra, cuyos
detalles recoge el Proyecto BedMachine y
se publican en la Revista 'Nature
Geoscience'.
Esta información es muy valiosa porque la orografía
de la Antártida puede hacer que el calentamiento global llegue a causar mayores
estragos de los previstos en algunas zonas, pero también podría ayudar a
conservar otras, ya que existen huecos y lugares mucho más profundos de lo que
se pensaba.
El nuevo mapa revela características inesperadas, por
ejemplo, que el cañón terrestre más profundo del mundo se encuentra bajo el
glaciar Denman, en la Antártida Oriental; que existen formaciones rocosas que
protegen el hielo que fluye a través de las Montañas Transantárticas; que el
lecho de los Glaciares Support Force y Recovery es cientos
de metros más profundo de lo que se pensaba, y que las características
del lecho aumentan el riesgo de una fusión rápida del hielo en los Glaciares Thwaites
y Pine Island, en la Antártida Occidental.
MUCHAS SORPRESAS
"Tenemos muchas sorpresas en todo el
continente, especialmente en las regiones que no habían sido mapeadas
previamente en detalle con radar", explica Mathieu Morlighem, profesor de
la Universidad de California y líder del proyecto, en una nota de prensa.
"Al acercarnos a sectores particulares de la
Antártida, se encuentran detalles esenciales, como
huecos debajo del hielo que pueden acelerar, disminuir o incluso detener la
retirada de los glaciares", añade.
Para obtener estos resultados, el Proyecto BedMachine ha combinado
diversas fuentes de datos, tanto de los vuelos con radar como del movimiento
del flujo de hielo o incluso información sísmica.
Nuevo mapa de la Antártida. (Foto: Mathieu
Morlighem)
Desde 1967, numerosas misiones han sobrevolado la
Antártida obteniendo datos de espesor del hielo de casi un millón de millas.
Los radares montados en las alas de los aviones
emiten una señal que penetra los glaciares y las capas de hielo y rebota cuando
se encuentra con tierra firme.
Sin embargo, esto
no es suficiente, porque los vuelos en línea recta dejan amplias zonas sin
cubrir.
Por eso, BedMachine ha recurrido a métodos físicos
para discernir qué hay entre las líneas de sondeo del radar, utilizando información altamente
detallada sobre el movimiento del hielo alrededor de los contornos
terrestres.
GRANDES PROFUNDIDADES
TIERRA ADENTRO
Gracias a esta técnica, el equipo de investigación
ha averiguado las verdaderas
dimensiones del cañón del glaciar Denman.
"Los mapas más antiguos sugerían que era más
pequeño, pero nos faltaba algo", comenta Morlighem, "ahora sabemos
cuánto hielo llena el cañón al combinar los datos de su movimiento y los del
radar.
Según nuestros cálculos, está a 3.500 metros bajo
el nivel del mar, es el punto más profundo en tierra.
Dado que es relativamente estrecho, sabemos que
tiene que tener esas dimensiones".
La Antártida, desde el aire. (Foto: Wong Sang
Lee/Korea University of Science and Technology)
Esta metodología ya se ha empleado con éxito en
Groenlandia, mejorando la
comprensión de los investigadores de la Criosfera sobre la dinámica del
hielo, la circulación oceánica y los mecanismos de retirada de los
glaciares.
Trasladar este estudio a la Antártida era más
complejo, pero ha permitido saber que "las corrientes de hielo en algunas
áreas están relativamente bien protegidas por las características del suelo
subyacente, mientras que otras muestran un mayor riesgo de inestabilidad".
EL BUQUE ESPAÑOL
HESPÉRIDES, EN CAMINO
Mientras conoce los datos de esta investigación, la
Geóloga Española Carlota Escutia, que trabaja en el Instituto Andaluz de
Ciencias de la Tierra (Universidad de
Granada-CSIC), ya está pensando en su próxima expedición a la Antártida, a
bordo del buque Hespérides.
El Barco Oceanográfico ya está de camino y ella
viajará a Argentina para embarcarse a finales de año.
En su opinión, la información que ofrece el
Proyecto BedMachine tiene
un gran valor para entender lo que puede suceder en el continente helado en el
futuro.
“Este mapa tiene
muchísimo más detalle que lo que había hasta ahora y nos aporta muchos datos
sobre el relieve que hay por debajo de la capa de hielo”, explica en
declaraciones a Teknautas.
“El casquete de hielo, que tiene espesores de hasta
2 y 3 kilómetros, está apoyado en tierras más bajas que el nivel del mar.
Esto tiene unas consecuencias muy importantes en
cuanto a su vulnerabilidad, porque está atacado por el calentamiento
atmosférico en su parte superficial y por el calentamiento del océano en su
parte basal”, comenta.
Fotografía facilitada por la Armada española de su
buque oceanográfico, Hespérides. (EFE)
Así, conocer el relieve que existe dentro de la
tierra sumergida es importante porque existen
ríos de hielo que están haciendo de muro de contención.
“Si desaparecen en su parte más próxima al mar, el
resto corre el riesgo de deshacerse más deprisa, igual que pasaría cuando se
destruye una presa y el agua causa destrozos río abajo”, destaca.
En la actualidad, los investigadores disponen
de información detallada sobre qué lugares
están perdiendo una mayor cantidad de hielo y “son precisamente los
que aparecen por bajo el nivel del mar”, lo cual es un dato muy relevante.
“Tierra adentro, las profundidades pueden superar
los 3.000 metros y estas zonas nos han de preocupar más de cara al futuro”,
afirma la experta.
LOS EFECTOS DEL DESHIELO
El deshielo importa sobre todo por el efecto que
puede tener en la subida global del nivel del mar.
Tanto la Antártida como Groenlandia tienen su
casquete asentado sobre tierra, de manera que, si se deshace, un gran volumen
de agua pasará a los océanos.
Además, perder
la capa blanca implicaría que la radiación solar ya no es reflejada sino
absorbida por la tierra y el mar, con lo cual aumenta todavía más el
calentamiento.
Por otra parte, también se vería alterada la
circulación oceánica alrededor de la Antártida.
Precisamente, investigar este aspecto es uno de los
principales objetivos de Escutia y del Hespérides en esta campaña.
“Estudiamos épocas cálidas del pasado, con
concentraciones de CO2 en la atmósfera y temperaturas más elevadas que en la
actualidad.
Estos datos sirven para
analizar los cambios que pueden ocurrir en el futuro.
La información que obtenemos se utiliza en las
proyecciones del IPCC”, comenta.
Esta investigadora, que acumula una larga
experiencia en expediciones antárticas, es testigo de la evolución del clima.
“Es difícil apreciar cambios desde el barco a
simple vista, como sí hacen los colegas que llevan 20 años trabajando en
tierra, pero lo vemos por las mediciones, las corrientes cambian de velocidad y
las aguas cálidas se acercan cada vez más a la Antártida”.
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