RESILIENCIA, ¡¡ LOS HÁBITOS DE LAS PERSONAS RESILIENTES !!
A veces la vida nos pone a prueba, nos plantea
situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad, una ruptura de pareja particularmente dolorosa, la muerte
de un ser querido, el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas
económicos…
Existen diferentes circunstancias que nos pueden
llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la
voluntad necesarias para continuar adelante.
En este punto tenemos 2 opciones: DEJARNOS
VENCER Y SENTIR QUE HEMOS FRACASADO, O SOBREPONERNOS Y SALIR FORTALECIDOS,
apostar por la resiliencia.
RESILIENCIA: DEFINICIÓN Y SIGNIFICADO
LA
RESILIENCIA, SEGÚN LA
DEFINICIÓN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA, ES LA
CAPACIDAD HUMANA DE ASUMIR CON FLEXIBILIDAD SITUACIONES LÍMITE Y SOBREPONERSE A
ELLAS, pero en psicología añadimos algo más al concepto
de resiliencia: no sólo
gracias a ella somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas, sino que también
podemos salir fortalecidos de ellas.
La
resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas
circunstancias y de nuestras necesidades.
De esta manera, las personas resilientes no solo
son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino
que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar
al máximo su potencial.
Para
las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles.
Y no se trata de una simple disquisición
terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya
que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma.
De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su
buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que
han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.
LA PRÁCTICA DE LA RESILIENCIA: ¿CÓMO PODEMOS SER
MÁS RESILIENTES?
La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros
genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a
tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que
todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas
que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un
modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por
sí solas.
Esto nos indica que todos podemos ser resilientes,
siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.
De hecho, las personas resilientes no
nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra
situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no
se han dado por vencidas.
Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo
mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los
diferentes retos de la vida.
¿QUÉ CARACTERIZA A UNA PERSONA RESILIENTE?
Las personas que practican la resiliencia:
Son conscientes de sus potencialidades y
limitaciones.
El autoconocimiento es un arma muy poderosa para
enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla
a su favor.
Estas personas saben cuáles son sus principales
fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos.
De esta manera pueden trazarse metas más objetivas
que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los
recursos de los que disponen para conseguirlas.
Son creativas.
La persona con una alta capacidad de resiliencia no
se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a
volverá a ser el mismo.
El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos,
y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil.
De lo vil, saca lo precioso.
Confían en sus capacidades.
Al ser conscientes de sus potencialidades y
limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer.
Si algo les caracteriza es que no pierden de vista
sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr.
No obstante, también reconocen la importancia del
trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es
necesario pedir ayuda.
Asumen las dificultades como una oportunidad para
aprender.
A lo largo de la vida enfrentamos muchas
situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son
capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen.
Estas personas asumen las crisis como una oportunidad
para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no
serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen.
Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan:
¿qué puedo aprender yo de esto?
Practican el MINDFULNESS o
conciencia plena.
Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria,
las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de
vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación.
Para estas personas el pasado forma parte del ayer
y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les
aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones.
Son capaces de aceptar las experiencias tal y como
se presentan e intentan sacarles el mayor provecho.
Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido
su capacidad para asombrarse ante la vida.
Ven la vida con objetividad, pero siempre a través
de un prisma optimista.
Las personas resilientes son muy objetivas, saben
cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus
metas, pero eso no implica que no sean optimistas.
Al ser conscientes de que nada es completamente
positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y
disfrutan de los retos.
Estas personas desarrollan un optimismo realista,
también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se
presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
Se rodean de personas que tienen una actitud
positiva.
Las personas que practican la resiliencia saben
cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que
mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan
como vampiros emocionales.
De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo
que les puede sostener en los momentos más difíciles.
No intentan controlar las situaciones.
Una de las principales fuentes de tensiones y
estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida.
Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las
manos, nos sentimos culpables e inseguros.
Sin embargo, las personas resilientes saben que es
imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la
incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
Son flexibles ante los cambios.
A pesar de que las personas resilientes tienen una
autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen
la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas
cuando es necesario.
Estas personas no se cierran al cambio y siempre
están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente
a sus planes iniciales o a una única solución.
Son tenaces en sus propósitos.
El hecho de que las personas resilientes sean
flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las
distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha.
La diferencia estriba en que no luchan contra
molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con
ella.
Estas personas tienen una motivación intrínseca que
les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
Afrontan la adversidad con humor.
Una de las características esenciales de las
personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la
adversidad y sacar una broma de sus desdichas.
La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse
optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de
las situaciones.
Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social.
Cuando las personas resilientes pasan por un suceso
potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son
conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.
LA RESILIENCIA EN LOS NIÑOS
Si queremos que nuestros hijos afronten las
dificultades de la vida con fortaleza es importante educarles en la capacidad de ser resilientes, para ello
es fundamental nuestro ejemplo, no sobreprotegerles y sobre todo creer en
ellos.
No se trata de evitar que se caigan, sino de
enseñarles a levantarse, y para ello tenemos que confiar en que ellos pueden.
Por supuesto, tampoco se trata de exponerles a
peligros o ambientes agresivos “para que
se hagan más fuertes”, afortunadamente no estamos en Esparta.
Aportar seguridad y protección es necesario.
Algo importante que podemos preguntarles a los
niños cuando tienen un contratiempo si queremos que aprendan a desarrollar la resiliencia es ¿qué puedes aprender
de esto? o ¿qué puedes sacar bueno de esto que ha ocurrido?