ALERTA ANTE EL DESPLIEGUE DEL 5G
Ecologistas
en Acción alerta de que el despliegue de la tecnología 5G se está haciendo sin
evaluar sus posibles efectos sanitarios y ambientales, a pesar de los
contundentes y numerosos llamamientos científicos a aplicar el principio de
precaución.
No se ha
realizado la evaluación de impacto sobre la salud que exige la Ley de Salud
Pública, y sin que se haya puesto en marcha el Comité de Radiofrecuencias y
Salud recogido en la Ley de Telecomunicaciones.
En todo el mundo se está produciendo
el despliegue acelerado de la tecnología 5G.
VODAFONE ha anunciado en España que lanzará
nuevos servicios gratuitos 5G en 15 ciudades vendiendo los primeros
móviles 5G, usando la vieja estrategia de crear gratis la necesidad
para más adelante cobrarla.
Los medios de comunicación
destacan los grandes beneficios de esta nueva tecnología, pero no nos
explican que paralelamente está habiendo una verdadera movilización
de científicos a nivel internacional que están alertando de sus riesgos
potenciales.
Cuando se introduce una nueva
tecnología en el mercado previamente se ha investigado en un laboratorio
con células y animales para demostrar su inocuidad para las personas y el
medio ambiente.
Pero en el caso del 5G
no es así.
En 2017, Hardell, científico en base
a cuyas investigaciones epidemiológicas la OMS declaró las tecnologías
inalámbricas como cancerígeno de nivel 2B, encabezó un llamamiento firmado por
180 científicos pidiendo a la Unión Europea una moratoria del despliegue
del 5G hasta que se demuestre su inocuidad, pues ya se han publicado miles
de artículos científicos que evidencian el daño producido por las
anteriores tecnologías inalámbricas para la salud de las personas,
pero también para los animales y para las plantas.
Sin embargo, el 5G no se ha
investigado previamente a su introducción.
En 2018 se puso en marcha
un nuevo llamamiento científico firmado ya por más de 100.000
investigadores, médicos, asociaciones y ciudadanas de 187 países pidiendo a la
OMS y a la ONU que se detenga el despliegue hasta contar con evidencias de
inocuidad.
Numerosos científicos han escrito a
políticos, senadores y gobernadores pidiendo una moratoria.
A finales de 2018 el SCHEER, Comité
Europeo de Riesgos Emergentes clasificó en su informe de riesgos con un 3
sobre 3 el daño potencial para la fauna salvaje que se puede producir por
el aumento de contaminación electromagnética debido al despliegue del
5G.
De hecho, algunos políticos han
atendido a las advertencias científicas. La ministra de Medio Ambiente de
Bruselas ha bloqueado el despliegue 5G alegando que no está dispuesta
a que los habitantes de Bruselas se conviertan en “conejillos de indias”.
Cantones suizos, a los que pertenecen
ciudades tan importantes como Ginebra o Lausana, también han bloqueado el 5G
hasta que se investiguen sus posibles efectos sobre la salud.
Alcaldes como el de la ciudad
italiana de Morino también se han opuesto a este despliegue.
Ayuntamientos como el de Florencia
han firmado una moción por la que se reclama que se aplique el principio de
precaución.
La ciudadanía también se está
movilizando a nivel mundial.
Existen más de 150 movimientos STOP
5G repartidos por todos los continentes. En EE UU el movimiento ‘americanos por
una Tecnología Responsable’ ha reunido 59 ciudades de 23 Estados.
Ciudadanos y asociaciones de San Francisco, Washington, Nueva York, Santa Fe o
Chicago no solo se están manifestando, también en algunos casos están
emprendiendo acciones judiciales contra la FCC, organismo que regula las
telecomunicaciones en EE UU, por no proteger la salud de los ciudadanos.
Ecologistas en Acción y la Plataforma
Estatal Contra la Contaminación Electromagnética denunciaron en su día en
las aportaciones públicas al Plan Nacional 5G que este se ha puesto
en marcha sin realizar una evaluación de impacto sobre la salud, como
determina la Ley General de Salud Pública.
Llama por otra parte
poderosamente la atención que la Ley de Telecomunicaciones de 2014 preveía
la constitución de un Comité Interministerial sobre Radiofrecuencias y
Salud, pero no se ha creado en cinco años.
Y ello a pesar de que el
Defensor del Pueblo ha hecho varios requerimientos para ello al Ministerio
de Sanidad del gobierno del PP y al Ministerio de Industria
del gobierno del PSOE.
Es decir, no existe un órgano que
realice un seguimiento de los posibles efectos para la salud de este
despliegue.
Para que una tecnología sea
social y ambientalmente apropiada debería no causar daño a las personas y
a las restantes formas de vida animales y vegetales; no
debería comprometer de modo irreparable el patrimonio natural y la
salud de las futuras generaciones; no debería ser coercitiva, y debería
respetar los derechos y las posibilidades de elección de sus usuarios
voluntarios y de sus sujetos involuntarios y no debería tener efectos
generalizados irreversibles, aunque estos parezcan a primera vista
ser beneficiosos o neutros.
Ninguno de estos requisitos los
cumple la tecnología 5G.
Y lo que es gravísimo, su despliegue
supone un incremento exponencial de la contaminación
electromagnética, tanto por un aumento en las potencias, pues el 5G se
añade, no sustituye al 2G, 3G, 4G ni al wifi.
Se emplearán nuevas
frecuencias, también se van a desplegar millones de nuevas antenas y
se van a poner en órbita miles de satélites en todo el mundo de tal
modo que no existirá un rincón en la Tierra en el que se garantice
que quienes necesitan preservarse de esta tecnología por motivos de salud,
como las personas ELECTROHIPERSENSIBLES, puedan hacerlo.
A lo largo de la historia nos
hemos equivocado muchas veces con nuestras decisiones tecnológicas.
Aunque nos hayan proporcionado
grandes avances en nuestra calidad de vida, también han llevado aparejados
graves inconvenientes para la salud, los ecosistemas y el planeta.
Hasta ahora, esos errores han sido
fruto del desconocimiento.
Esta va a ser la primera vez en la
historia de la humanidad en la que la ciencia nos ha alertado de los
potenciales y graves efectos negativos que esta nueva tecnología 5G puede
tener para la vida si no se investiga previamente y se corrigen sus posibles
riesgos.
Para Ecologistas en Acción
estamos siendo víctimas de un “despotismo tecnológico”.
Políticos y medios
de comunicación, salvo honrosas excepciones, parecen estar más al servicio
de la tecnología que de la ciudadanía.
La tecnología debería
estar sujeta a un control democrático real.
La ciudadanía debería estar informada
de sus ventajas, pero también de sus posibles riesgos, y entre todos
deberíamos decidir si nos interesa seguir hacia adelante o si
preferimos “parar un poco” para perfeccionar la nueva tecnología y no
cometer errores que luego se demuestren irreversibles.
Aunque nos vendan la rapidez y la
baja latencia del 5G que va a permitir bajarnos una serie
en segundos, lo que una vez más podemos poner en riesgo desde la
inconsciencia es la vida misma.
Hay que aplicar el principio de
precaución y desplegar una tecnología solo cuando se garantice
su inocuidad.
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