UN «NUEVO OJO»
AMPLÍA LA VISIÓN DEL GRAN TELESCOPIO CANARIAS, EL MAYOR TELESCOPIO DEL MUNDO.
Este lunes ha comenzado a funcionar el
instrumento MEGARA, construido por
la Universidad
Complutense de Madrid, para observar objetos más allá de la Vía Láctea
El espejo principal del Gran Telescopio Canarias,
refleja a los asistentes al acto de inauguración del instrumento MEGARA
Cada noche, siempre que las condiciones
sean buenas, el telescopio más inmenso del mundo despierta para posar su vista
en el cielo de La Palma (Canarias).
Con su espejo primario de 10,4 metros
de diámetro, el Gran Telescopio Canarias (GTC) puede llegar a las estrellas más
débiles y a las galaxias más lejanas y antiguas del Universo.
Gracias a una tecnología increíble, los
operarios logran que una mole de metal de 400 toneladas se mueva de forma casi
imperceptible para compensar el movimiento de la Tierra y enfocar con una
precisión exquisita a objetos situados a miles de millones de años luz de
distancia.
Imagen del Gran Telescopio Canarias-
IAC
Desde este lunes, el Gran Telescopio
Canarias tiene un nuevo «OJO» para mirar a las estrellas.
Un consorcio de científicos, encabezado
por la Universidad Complutense de Madrid, ha diseñado e instalado un nuevo
instrumento, llamado MEGARA («MULTI ESPECTRÓGRAFO en GTC
de Alta Resolución para Astronomía») capaz de analizar la naturaleza de la
luz que llega hasta el telescopio, a través de una tecnología llamada ESPECTROSCOPIA
3D.
Su resolución le permite hacer mapas
en 3 dimensiones de la luz lejana, lo que le permitirá a los astrónomos
aprender sobre la composición, el movimiento o la masa de galaxias, nebulosas o
estrellas.
«La
principal ventaja de MEGARA es que se puede obtener información espectral (es decir, sobre la naturaleza de los fotones
que llegan desde el espacio) de
objetos extensos, como nubes de gas o galaxias», ha explicado a ABC Armando Gil de Paz, investigador
principal de MEGARA.
Ahora, en vez de obtener información
sobre cómo es la luz en fuentes puntuales, MEGARA podrá hacer un mapa más detallado
de objetos muy lejanos.
«Gracias
a esto es posible, por ejemplo, identificar la presencia de elementos químicos
en una nebulosa o averiguar cuál es su abundancia», ha resumido Gil de Paz.
Con MEGARA incluso se puede saber cómo
se mueve una estrella o cada una de las distintas zonas que componen una
galaxia, por ejemplo.
El «TRUCO»
es el Efecto Doppler, un fenómeno que hace que el sonido de una sirena de
una ambulancia se vuelva más grave o más agudo en función de si se aleja o
acerca, respectivamente, a la persona que lo escucha.
De igual forma, a causa de este efecto,
cuando una fuente que emite luz se acerca al observador, el color (la longitud de onda) de los
fotones SE DESPLAZA AL AZUL, Y
CUANDO LA FUENTE SE ALEJA, AL ROJO.
La NEBULOSA DEL ÁGUILA, captada por el
Gran Telescopio Canarias- IAC/GTC
Antes de entrar en funcionamiento,
MEGARA necesitará un total de cerca de 2 semanas de puesta a punto durante el
día y unas 30 noches de calibraciones nocturnas.
Los instrumentos son muy sensibles y es
necesario asegurarse de que funcionan correctamente, de modo que los primeros
días se hacen medidas de fuentes de luz cuya naturaleza ya se conoce.
El pasado lunes, autoridades de las
instituciones implicadas en el desarrollo de MEGARA, como el Instituto
de Astrofísica de Canarias, la Universidad Complutense de Madrid,
el INAOE (Instituto Nacional de
Astrofísica, Óptica y Electrónica de México) y GRANTECAN, visitaron las instalaciones del Gran Telescopio
Canarias, en el Observatorio del Roque de los Muchachos.
Entonces, los astrónomos pudieron hacer
unas primeras observaciones de varios objetos astronómicos emblemáticos para
los organismos implicados en el desarrollo de MEGARA.
Posición que ocupa MEGARA en el montaje
del GTC- UCM
Las grandes lentes de MEGARA, en
combinación con los descomunales espejos del GTC, apuntaron a la galaxia «Complutense», observada hace dos décadas
por esta universidad, y a las Galaxias Haro 44 (cuyo nombre hace honor al Mexicano Guillermo Haro) y a la NGC7469.
Pero no será hasta semanas más tarde,
una vez finalizadas las calibraciones, cuando investigadores e instituciones
podrán optar a obtener tiempo de observación con éste instrumento.
MEGARA, que ha costado cerca de 8 Millones
de Euros, se diseñó entre 2010 y 2014, y ha sido construido en tan solo 3 años
gracias al trabajo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y,
de varias Empresas Españolas y del resto de Europa.
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