LA HISTORIA DEL “CARNICERO NAZI”,
QUE AYUDÓ A PABLO ESCOBAR A FORJAR SU IMPERIO NARCO
KLAUS
BARBIE cometió miles de asesinatos y torturas en la II Guerra Mundial,
pero logró fugarse a Bolivia donde conoció al capo colombiano Pablo
Escobar y lo ayudó a formar su reino de la coca.
Entre matas de coca en las SELVAS
BOLIVIANAS, el cabecilla del entonces poco conocido Cartel de Medellín, Pablo
Escobar, conoció a quien impulsaría como nadie su imperio ilegal: Klaus
Barbie, un CRIMINAL DE GUERRA NAZI.
¡Su conexión casi secreta está poco documentada!
Lo que se sabe de la siniestra alianza de las últimas décadas del
siglo XX es que dejó a su paso golpes de Estado, negocios con el Vaticano, un
grupo paramilitar anticomunista y rutas de tráfico de droga al mundo entero.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Barbie
fue llamado el ‘CARNICERO DE LYON’;
la razón es simple: mató
a más de 4 mil judíos, envió a más de 7 mil a campos de concentración y torturó
a más de 14 mil miembros de la resistencia.
Y su frialdad duró mucho más que la confrontación bélica.
A su término, pasó de ser un guerrero de Hitler a un espía de la
CIA, y más tarde un aliado del narcotraficante más sanguinario y grande de la
historia, a quien ayudó a convertirse en tal.
A la corta edad de 22 años, Barbie se unió a Las Schutzstaffel
(SS) -una organización militar al servicio del Führer- donde trabajó como espía
de inteligencia.
Entrada la guerra fue asignada como líder de la Gestapo en Lyon,
Francia (de 1942 a 1944).
Fue entonces cuando sus crueles estrategias comenzaron hasta ganarse
el apodo con el que se lo conoce hoy en el mundo entero.
Tortura Física, Sexual y Psicológica, eran
parte de sus métodos predilectos.
La brutalidad le dio el control
absoluto, ningún prisionero aguantaba sin confesar los electrochoques o los
animales comiéndose su piel. Su biografía escrita por el periodista Peter
McFarren da cuenta de testimonios que recuerdan hasta cómo despellejaba
a las personas.
Se encargó incluso de enviar a niños judíos a Auschwitz, en lo que
sería una muerte segura.
Al terminar la guerra fue arrestado por los
Aliados… pero logró escapar.
Barbie y su familia se dirigieron a una ‘ruta de las ratas’, una vía de escape para nazis y fascistas que
abandonaban Europa tras la derrota de los países del Eje, que terminaban en su
mayoría en paraísos seguros en Sudamérica.
Para ello, el padre Krunoslav Draganovic, del Vaticano, le
consiguió un pasaporte falso y pasajes como miembros de la Cruz Roja
Internacional para su ingreso a Argentina.
Desde allí, el ‘Carnicero de Lyon’ pasó a llamarse KLAUS ALTMANN, y dio un salto a Bolivia
para desatar de nuevo su personalidad.
Se convirtió en aliado de gobiernos de
derecha, impulsó varias Dictaduras Latinoamericanas de las décadas de los 60 y 70,
inició negocios con el narcotráfico y, finalmente, conoció y sirvió, a Pablo
Escobar.
ALIANZAS SINIESTRAS
En los años 80, Colombia
tenía pocos sembrados de coca, pero adquiría el 90% de los cultivos de Bolivia.
Así entró Pablo Escobar al negocio, comprando
la base en el país vecino y produciendo la cocaína en Medellín.
Para entonces ya era conocido como ‘EL PATRÓN’ en el círculo mafioso suramericano.
Fue precisamente su proveedor, el ganadero Roberto Suárez Gómez,
quien lo presentó con Klaus Altmann, que para entonces ya había sido asesor de
las fuerzas armadas en la dictadura de Hugo Banzer y se relacionaba políticos
de derecha como Luis García Meza.
Escobar viajó con sus socios del
Cartel de Medellín, su primo Gustavo Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha, alias
‘El Mexicano’, a conocer de primera mano las matas de coca que lo abastecerían.
En lo profundo de la selva amazónica boliviana
se encontró con un grupo de ex militares nazis que aun vestían los uniformes de
la SS, entre esvásticas y afiches del Führer que aun veneraban, como
lo dejó consignado en 2001 el periodista Alonso Salazar en su libro ‘Pablo
Escobar: auge y caída del narcotraficante más famoso de todos los tiempos‘.
El ‘Carnicero de Lyon’ se le
presentó como ex líder de la SS, y le hizo el recorrido por los campos de coca
que él mismo cultivaba para Suárez.
El negocio era claro: ellos dispondrían de sus avionetas para
transportar la base de coca hasta los laboratorios de procesamiento del
clorhidrato de Medellín, y Escobar apoyaría un grupo de exterminio de
comunistas comandado por el nazi.
Además, Altmann sería el contacto del Cartel de Medellín con el
banco Ambrosiano, de propiedad del Vaticano.
Entonces nacieron ‘LOS NOVIOS DE LA MUERTE‘,
un cruel grupo paramilitar al mando del ‘Carnicero de Lyon‘ que
brindaba servicios a las dictaduras de Sudamérica.
Secuestraban dirigentes de izquierda, adiestraban gente en
distintos países, enfrentaron la revolución sandinista nicaragüense, y
finalmente dieron el llamado ‘golpe de la cocaína‘.
Que no fue más que el golpe de Estado que comandó el militar
García Meza para que regresara al poder Hernán Siles Zuazo.
Fue un convenio para los tres socios:
Altmann, Suárez y Escobar.
El nazi cumplía su objetivo de derrotar a la izquierda y se
mantenía seguro de la justicia francesa, mientras los mafiosos continuaban sin
peligro el imperio de la droga.
Bajo los mandatos de estos hombres se instauró
el primer narcogobierno de la historia de la región.
Según el periodista británico McFarren, celebraron
incluso en la famosa Hacienda Nápoles del capo colombiano.
Klaus amasaba grandes cantidades de
dinero y Escobar tomó total control de las rutas de tráfico de estupefacientes
desde Bolivia hasta Estados Unidos, sobornando oficiales en Colombia y Perú.
Y Suárez tuvo la exclusividad de las hectáreas
de cultivos de coca de casi toda Bolivia.
A los narcos menores les tocaba trabajar para él o ser delatados
ante el Ministerio del Interior, que estaba a su disposición.
Pero la siniestra alianza no duró
para siempre.
En 1983, Klaus Barbie Altmann fue arrestado y
extraditado a Francia, donde lo buscaban hace décadas para que respondiera por
el envío de 44 niños a un campo de exterminio.
Fue condenado a cadena perpetua en 1987, ya
con 74 años.
Pero murió en prisión cuatro años después de
leucemia, en 1991.
En unas cartas reveladas hace pocos
años, el ‘Carnicero de Lyon’ escribió a un amigo: “Extraño la libertad de la
que he podido gozar durante los 31 años de mi vida en Bolivia (…)
Lo principal es que yo tengo bien la conciencia y que la base de
mis hechos es una guerra cruel en la cual hice mi deber por mi patria”.
Para entonces, Escobar ya era
conocido por el mundo entero como el narcotraficante más grande de la historia,
que había sometido a Colombia en una oscura violencia.
Con el arresto de Klaus, el capo cultivó su propia coca en su país,
y ya se hacía también en los departamentos de Putumayo, Nariño y Caquetá.
Así formó su reino de cocaína, aprovechando el control que había
conseguido de la mano del despiadado nazi.
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